Artículos del periodista Alejandro Carnero

LA FLUIDA INSENSATEZ

La historia humana es una recopilación de fundamentalismos. El más sólido entre ellos lo ha constituido la civilización occidental. En su proceso de expansión desde Europa y reproducción en distintos espacios del planeta, el grupo humano cuya identidad se conoce como occidental sintió, con arrogancia irreductible, que sus valores y modos de organización vital eran más avanzados que el de las culturas restantes. La brutalidad que significaron Guerras Mundiales, descolonización y depredación ecológica, creó cierta conciencia del error de esta visión. Una parte de la opinión occidental entendió que tecnología material no equivalía a superioridad intelectual, ética o filosófica. Otra, que incluye a W. Bush, Oriana Fallaci o Mario Vargas Llosa mantiene el fundamentalismo. La repetición ad náusea de los términos "libertad", "democracia" en su discurso es proporcional a la incapacidad para entender qué significan auténticamente. Así como el fanático religioso confunde a Dios con el dios de su cultura, los integristas occidentales no perciben las raíces de la problemática humana común. Cuando se interpreta el 11 de septiembre simplemente como acción del diablo no es difícil enredarse en una cruzada, que sólo va acarreando más violencia e inseguridad. Afortunadamente una parte de Occidente está percibiendo claramente esta falacia.

En América Latina el "choque de civilizaciones" es más complejo, aunque no menos agudo. Históricamente, América Latina se concibió como una empresa. La población: indios autóctonos, negros secuestrados, blancos locales, fue alineada como engranajes en la maquinaria de extracción y envío de recursos a las metrópolis. Al pasar de las generaciones ese grupo humano amorfo y acomplejado decidió independizarse. Pero no sabía ni quién era, siendo entidad económica antes que pueblo. En estos dos siglos ha quedado claro que no somos occidentales. De los fragmentos dispares ha surgido una identidad especial, caleidoscópica e innovadora. Pero ha sido de modo doloroso, odiando nuestra "impureza", mintiéndonos, sin convicción. El Perú ha querido ahogar su parte india, la ha repudiado y omitido. Esta negación -el síndrome Michael Jackson- era tan imposible como enfermiza. El país es así crónicamente disfuncional, la inteligencia andina y amazónica se reprime buscando una aculturación acelerada, impuesta desde siempre por el sistema educativo y los mecanismos de socialización. Esto produce mestizos acomplejados, suspendidos entre la raíz tácitamente vetada y la compulsión por asimilarse como "criollos". La indianidad se vive con suma tristeza. La choledad se vive en una confusión que oscila entre la amargura, la hostilidad y la superficialidad exacerbada. Es gravísimo: de la identidad depende el estado de animo y la lucidez al planificar, o sea el futuro. El proceso boliviano abre así esperanzas para la democracia latinoamericana. Es increíble que los intelectuales del ala derecha no vean que una elevada autoestima y participación indígena beneficia a todos. Por la simple razón que vivimos en un país en que 80% o son indígenas, o lo son sus padres, abuelos o cuñadas, o su biotipo es indígena aunque hayan perdido toda raíz. Es imposible un proyecto nacional si estos callan o se acomplejan de lo poco o mucho que tienen de indio, si aún se considera una mancha y no un orgullo. El caos boliviano subraya también la importancia de escuchar antes de imponer rumbos económicos. ¿Porqué menospreciar la sabiduría del pueblo al decidir sobre las lógicas de explotación del patrimonio? ¿Porqué la Manhattan Minerals Corp. debe pesar más que Tambo Grande? Cuando una persona tan virulenta como Humala arrastra opinión, cuando hasta los congresistas se quejan de racismo en su ambiente de trabajo, cuando Magaly, Zevallos, Cacho y otras armas de estupidización masiva reinan en el rating, cuando ocupamos el peor lugar en el test de UNESCO, resulta evidente que el Perú necesita refrescar su identidad y cultura. Atacar el rebrote indigenista sólo refleja el miedo (y desdén) del fundamentalista occidental a la democracia. No hay que dejarse confundir.

EL PERÚ DESDE PUJAS

En el departamento de Ayacucho, provincia de Vilcashuamán, se encuentra la localidad de Pujas, una comunidad campesina compuesta por unas 200 familias.
Las casas de estuco van bajando por la ladera de dos montañas, en cuyo pie corre el río Pampas. En las montañas de enfrente destaca el pueblo de Cocharcas, Apurimac, formando toda la zona una amplia hoyada especialmente hermosa. No hay en Pujas luz eléctrica, ni acueducto y alcantarillado, vive en ese sentido en algún siglo pasado. Pero no deja la globalización de hacerse sentir. Una tarde un niño de 4 años le decía a otro "chuki, chuki". Cuando pregunté, por aprender otra palabra en quechua, me explicó que se refería al "muñeco diabólico" de la taquillera película gringa: usando una batería un vecino ha instalado un sistema de video. La función cuesta medio sol. En Pujas los niños constituyen buenos maestros de quechua, siendo perfectamente bilingües. Resalta así una primera aberración que el Perú, visto desde aquí, comete. Quien tenga contacto con el idioma de los incas, notará la deslumbrante riqueza que encierra. Su construcción aglutinante, sus giros gramaticales, lo sitúan entre las lenguas que según los especialistas expresan con más exactitud pensamientos sutiles. ¿Qué haríamos si cada día desapareciera un elemento de Machu Pichu o Zipán? Eso está sucediendo con el quechua, tan patrimonio cultural de la humanidad como lo arqueológico y empero, por las razones políticas que dominan hace quinientos años, se permite.
Ranciamente, se considera un problema a la lengua materna de un tercio de la población, cuando debemos agradecer ( a Dios y a los pobres por quienes solemnemente se juramenta) el contar con este capital. Evidentes son las virtudes del bilingüismo para el desarrollo de la inteligencia, pero los niños de Pujas, como de tantas localidades, no son enseñados a escribir su lengua, el sistema está diseñado para que la pierdan. Aquí los profesores rurales son concientes y esforzados, no sería difícil reformar. Pero se requiere voluntad política para establecer programas efectivos de educación bilingüe y este gobierno debe ponerse serio al respecto. ¿O es demagogia tanta chakana, ceremoniales en Cuzco y banderas del Tawantinsuyu? Dado el impulso descentralizador, las regiones deben proceder con planes propios. El rumano, el hebreo, fueron revitalizados, trayendo a la vez un despertar de desarrollos nacionales. De la identidad depende el estado de ánimo, luego el futuro. La auténtica democracia consiste en "empoderar" a los oprimidos valorando su acervo. La cuestión de las lenguas nativas, aparentemente técnica, está en el corazón de la solución nacional. Valorando al indio, se valorará al cholo y desaparecerá lo que a todas luces es nuestra peor lacra: en el Perú la gente vale según su raza y procedencia cultural. Pero hay otros recursos que estando en Pujas se ve al país derrochar. Impresiona la democracia y solidaridad con que se organiza la vida comunitaria. Como resultado de asambleas periódicas los habitantes donan su trabajo y medios a proyectos de bien colectivo, sea una loza deportiva, aulas escolares o la carretera que conectaría a Ayacucho con Apurimac para llegar hasta el Cuzco. Contradiciendo la imagen de ignorancia que las elites guardan del campesino, los pujinos tienen clara conciencia de las posibilidades turísticas, comerciales y productivas: por aquí pasó el camino inca y quedan sus reliquias (Pujas fue tambo de chaskis), así como notables edificios chankas. Además de la agricultura hay piedra de gran calidad para exportación. Así, los comuneros han abierto a pulso entre las montañas el diseño primario de la obra. Pero concretarla requiere maquinaria pesada, explosivos, etc. La pregunta es cómo, mientras se exonera a transnacionales y potentados de obligaciones tributarias para supuestamente favorecer la inversión, el estado no alienta la inversión enorme que hace el pueblo para progresar. La Comisión de la Verdad ha determinado que 50% de las muertes en la guerra interna se dieron en Ayacucho, y además 75% fueron quechuahablantes. El país no puede permitirse olvidar de nuevo a esta zona de gente pujante y esperanzada en un futuro distinto.


(Alejandro Carnero. Peridista)

¿CONFIAR EN LA COALICIÓN?

Los Estados Unidos e Inglaterra han sido reconocidos por la ONU como administradores de Irak. Happy end, debe entenderse. Vamos en esta nota a contar otra historia. Esta guerra, y en general la maquinaria militar estadunidense, ha tenido como pivote la pequeña isla de Diego García, en el Océano Indico. Es un nombre que revolotea en los cables noticiosos pues allí los Estados Unidos poseen una gigantesca base naval, de igual importancia estratégica. Lo que es menos conocido, pues fue convenientemente soslayado por los grandes medios de comunicación, tanto en su momento como ahora, es el crimen mediante el cual se llegó a poseer esta estación de suministro militar. En 1966, Inglaterra tuvo que conceder la independencia a las Islas Mauricio, forzada por la agitación interna. Con todo, en último arrebato, cercenó el archipiélago de Chagos, quedándose con las 65 islas, entre las cuales lo que hoy es Diego García. En acuerdo secreto ya había planeado con su socio, los EE.UU., rentarle el espacio para la base naval. Ahora bien, la zona no era sólo una posición geográfica útil, tenía un "problema de población", como se definió en las negociaciones. Hace cientos de años vivían en el lugar humanos nativos. Eran 4500 habitantes en la época del pacto. La movida fue entonces impedirles regresar cuando salían del archipiélago por alguna razón. Esto separó familias y devastó las estructuras locales. A la par se torpedeó toda actividad productiva y comercial, quedando sólo la pesca de sobrevivencia. Pero como aún así 2000 chagueños se negaban a abandonar su tierra, fueron removidos por la fuerza. Un grupo prefirió suicidarse. Inglaterra y los EE.UU. escondieron sus acciones al parlamento, al Congreso, a la opinión pública y especialmente a las Naciones Unidas, donde arguyeron que eran desplazamientos de trabajadores temporales, no de pobladores ancestrales. Una mentira evidente, que pasó, como todas las que se sostienen en el poder absoluto. En noviembre del 2000 la Corte Suprema inglesa votó una moción exigiendo el regreso de los refugiados chagueños. Ha sido olímpicamente ignorada así como las declaraciones de la ONU sobre el derecho de los pueblos indígenas. No hace falta insistir en la infamia e ilegalidad del proceso entero, pero más irritante es saber que los perpetradores fueron, entre otras figuras insignes del complejo militaro-industrial estadunidense, el ahora secretario de Defensa Rumsfeld así como el vicepresidente Cheney. Hoy se rasgan las vestiduras por la población civil iraquí. La pregunta es ¿porqué esta sarta de hipócritas domina el mundo? La respuesta se encuentra en otro incidente poco debatido. Los decretos para esta guerra no constituyeron la primera vez que la coalición, al no ver satisfechos sus intereses, repudia descaradamente la multilateralidad. En el año 1984 se retiraron de la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) censurando el proyecto conocido como Nuevo Orden Informativo Internacional. En el seno de esta dependencia de la ONU se había concluido que el manejo monopólico de la información afectaba la democracia internacional y el libre desarrollo de la identidad cultural. No era tiempo aún de CNN pero ya se veía el peso que la manipulación mediática tenía en perfilar polos de prepotencia. La solución era crear agencias de noticias de la ONU que produjeran investigaciones y análisis regionales apegados a los hechos. Ante el consenso general los coaligados se retiraron del sistema onusino criticando "la dictadura de las mayorías", término usado por la embajadora estadunidense. El terror de todo imperio a la democracia.

La guerra con Irak ha sido militarmente impecable para la coalición anglo-estadunidense: bajas propias mínimas y un gran efecto publicitario. Emula así al 11 de septiembre, incidente que la provocó. Como Bin Laden, Bush y Blair se sienten freedom fighters. En el centro del sándwich, ¿están los auténticos demócratas tan indefensos como los desarraigados de Diego García? (Alejandro Carnero. Periodista)
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