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¿Leer por placer
o leer por deber?

Hace unos días leí el artículo "Crónicas De Lecturas (6) - Humorismo (2) " en el blog Memorias de Orfeo, de Javier Bellina*:
http://memoriasdeorfeo.blogspot.com/2012/03/cronicas-de-lecturas-6-humorismo-2.html

Lo interesante de dicho artículo trajo a mi memoria recuerdos ya casi olvidados, de cuando estudiaba en un colegio de Trujillo y de cómo todo cambió para los alumnos cuando el "Leer por deber" se convirtió en "Leer por placer".

Les cuento...

Al comenzar 4to. de secundaria nos dejaron como única lectura obligatoria del año "La isla de los hombres solos", ¡A la m...! decían todos. ¡Más de 400 páginas y sin dibujitos...! Mis compañeros odiaron el libro y al profesor que nos dejó la tarea.

Yo no pude comprar el libro, varios de mis compañeros sí. Uno me lo prestó pero "solo para el colegio, no para la casa" (aparte de que yo "era nuevo" había esa moda en el cole), comencé a leerlo en ese recreo y no pude despegarme de su lectura; los demás me miraban como bicho raro porque en todos los recreos o durante las "horas libres" que nos daban, yo me pegaba al libro.

De a pocos, creo que más por curiosidad al verme tan interesado en el libro que por otra cosa, otros comenzaron a leerlo y al mes o algo más, los pocos libros que había entre los alumnos comenzaron a pasar de mano en mano; los siguientes meses prosiguió el intercambio de libros, desde los románticos, los serios y los no tan serios; de algunos recuerdo solo los títulos, como, Corazón, María, Yo visité Ganímedes, La Vuelta al mundo en 80 días, El jugador y hasta el infaltable -en esa época- libro leído en todo colegio de varones que se preciara de serlo: Memorias de una pulga.

En noviembre, más o menos, el profesor pidió que levantaran la mano los que habían cumplido "la tarea" de leer La isla de los hombres solos y 18 pares de manos o más apuntaron al techo (orgullosos, todos levantamos ambas manos y algunos hasta el pie); él no lo podía creer y comenzó uno por uno a hacernos preguntas sobre su contenido... Todos respondimos, ante su mirada asombrada. Hizo una larga pausa, dio media vuelta y salió del salón sin decir una palabra más, los alumnos bromeábamos y decíamos que se había ido al baño a llorar de la emoción, pero no, a los pocos minutos regresó con Roy, el director y dueño del colegio. Roy nos hizo preguntas sobre el contenido del libro y uno que otro contó sobre los demás libros "rotados" en el salón. Roy se puso tan, pero tan contento, que el siguiente lunes, en la formación, hizo pasar adelante a todo 4to. de secundaria y nos puso como ejemplo... En los más de 10 años años que existía ese colegio, primera vez que todo un salón leía un libro completo, ¡qué digo un libro!, varios libros... ¡Y de los gordos...!!!

Debo acotar a esta historia que ese colegio era uno de los llamados "restos del mundo"; en él solo estudiaban quienes habían sido expulsados de otros colegios y ninguno quería recibirlos; el alumnado era de lo más selecto: arrebatadores de carteras, asaltantes de ancianos y ancianas, asaltantes de cementerio (sí, de esos que asaltaban a quienes iban solos/as a poner flores a sus muertos), monreros, marihuaneros y yo, que me habían llevado de Lima a Trujillo sin ningún documento probatorio de que ya hubiera estudiado el 3ro. de secundaria y solo tuve como opción estudiar en ese colegio.

Al recordar esta historia me di cuenta de que todos podemos encontrarle placer a la lectura si somos bien motivados; si esos alumnos del "resto del mundo" pudieron hacerlo, ¿por qué no nuestros niños, adolescentes y adultos?
Solo falta encontrar una buena motivación para descubrir el placer de leer por placer y no por deber.

Carlos O. López Schmidt
Cimarrones

20/3/12

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* Javier Bellina
: Profesor, es decir, empeñado en la supervivencia. Radical cada vez que puedo y conservador cada vez que debo. Interesado en absolutamente todo y sin mucho tiempo qué perder. Trato de tomar las cosas racionalmente y con calma. A veces funciona.


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