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Santa Cruz:
Negritud, Mestizaje y Modernidad en el Perú

Nicomedes
Artículo de:
Luis Martín Valdiviezo Arista
Universidad de Massachusetts,
Escuela de Educación

 

Según el poeta antillano Aimé Cesaire, sus primeros días de estudiante en Francia en 1934 le permitieron reencontrarse con África a través de su amistad con el también estudiante y poeta Léopold Sedar Senghor de Senegal. En los años siguientes, ambos jóvenes compartieron tanto las experiencias de sus diferencias étnicas con la sociedad parisina como sus reflexiones sobre Kant y Hegel, además de otros filósofos modernos. De estas confidencias y diálogos surgió en pocos años el movimiento artístico y político de la Negritud.

Desde sus orígenes, el movimiento de la Negritud poseyó una inspiración africana moderna. El movimiento propugnó una radicalización de la perspectiva moderna académica para superar el etnocentrismo y racismo europeo que socavaban y aun socavan los proyectos sociales y políticos de la modernidad. Se trataba de extender globalmente a todas las relaciones culturales los principios de libertad e igualdad que guiaron las revoluciones sociales y políticas en los Estados Unidos, Francia, Haití y demás sociedades americanas y europeas. La Negritud buscó abrir la modernidad a la diversidad étnica del mundo. En otras palabras, intentaba ampliar el principio de la igualdad de individuos abstractos hasta convertirlo en el de la igualdad cultural de todos los pueblos de la tierra. Senghor diría después como Presidente de Senegal “Negritud …consiste en autoafirmarnos profundamente en los valores de los pueblos negros pero al mismo tiempo abrirnos a otras civilizaciones. (1) ” Debido a su vocación por la diversidad, la Negritud influyó con sus ideas humanistas en los movimientos anticoloniales o antiimperialistas de América, África y Europa. Los procesos de independencia política de los países africanos, así como los movimientos por los derechos civiles en los Estados Unidos, fueron promovidos por líderes animados con diversos escritos de la Negritud en los tres continentes.

Nicomedes Santa Cruz fue también un hombre tocado por las voces de la Negritud. Desde sus inicios como poeta popular intuitivo, Santa Cruz fue penetrando en la condición social de exclusión de los afroperuanos e indígenas y, a la vez, fue construyendo un puente entre la oralidad negra y la literatura peruana. Luego, a partir de la lectura de Nicolás Guillén, voz cubana de la Negritud, Santa Cruz descubrirá un universo latinoamericano y mundial donde la poesía encarna la rebelión abierta contra estructuras, económicas y políticas, opresivas y racistas: “…el impacto que me produce Nicolás Guillén es tremendo porque encuentro que una poesía popular concilia el arte de la creación literaria en la más alta poesía, con un mensaje altamente político, con una denuncia antiimperialista, con una denuncia antiesclavista y se concilia todo. ” (2)

Durante buena parte del siglo XX y hasta hoy, muchos han pensado y piensan que las denuncias de racismo contra la sociedad peruana parten de un malentendido. Y uno de los argumentos más recurrentes para negar la existencia de un racismo sistemático en nuestro País ha sido el inocultable y masivo mestizaje de colores y culturas que lo caracteriza. Sin embargo, los que niegan el racismo pasan por alto que la mayoría de nuestras fusiones socio-culturales se ha dado en contextos sociales de enorme desigualdad étnica, donde aún se mantiene y propaga sin cuestionamiento la creencia colonial de la superioridad esencial de las lenguas, conocimientos y etnicidades provenientes de Europa. Así, en lo biológico, muchas veces desde los individuos “no-blancos” el mestizaje ha sido buscado como un medio “para mejorar la raza” y desde los individuos “más blancos” como una manera de ejercer sexualmente privilegios de colonizador. Sin embargo, es cierto que el mestizaje podría ser un principio conciliador democrático entre los diferentes grupos socio-culturales peruanos, pero aún no lo es en la gran mayoría de los casos. Así lo sintió Santa Cruz cuando en el poema América Latina (1963) hizo “un fraterno llamado a: Indoblanquinegros, Blanquinegrindios y Negrindoblancos. ” (3)

La elite limeña que ha monopolizado el poder político y económico durante la mayor parte de nuestra historia ha sido uno de los grupos que ha conservado con mayor dogmatismo las creencias premodernas de la cultura colonial europea. Por ello, la promesa peruana de la liberación moderna por la que indios, negros y mestizos, mujeres y hombres, dieron su sangre, primero durante las luchas por la independencia y luego durante las luchas políticas republicanas, se ha visto sistemáticamente traicionada a largo de la vida del Estado Peruano. Desde las oficinas de las instituciones públicas, las diferencias de color, lengua, región y cultura han seguido siendo un factor de desigualdad para el reconocimiento de derechos y la imposición de deberes en la práctica cotidiana. La ciudadanía universal, que debió conciliar a todos los grupos de la sociedad peruana y reivindicar a los grupos históricamente marginados, todavía no ha nacido en el Perú. Pero está en gestación.

Es esta situación de injusticia social la que Santa Cruz denunció e investigó como poeta, ensayista y promotor cultural. Su discurso se afirmó en el horizonte político de la modernidad para exigir, primero, el abandono de las categorías raciales coloniales y, segundo, el respeto de los derechos políticos y económicos de los pueblos indígenas, africanos y afroperuanos. La Negritud de Santa Cruz es además mestiza por afirmación de nuestra realidad socio-histórica y por reconocimiento del valor que los intercambios culturales han tenido en el desarrollo espiritual de nuestros pueblos. Para Santa Cruz, el color de piel es un simple asunto de melanina que no determina las virtudes morales, estéticas ni intelectuales de los individuos ni pueblos. Desde su Negritud mestiza, el gran proyecto de la modernidad es la democratización de las estructuras económicas, políticas y culturales del mundo,

Tras la última batalla,
libre la gente oprimida,
vendrá otro canto a la vida
porque el cantor nunca calla:
¡Este es el himno que estalla
en notas primaverales,
y a sus acordes triunfales
todos los seres humanos
al fin se sienten hermanos
porque todos son iguales…!

El Canto del Pueblo (1975)


Santa Cruz abrió el camino de la Negritud peruana por el que de alguna manera han transitado o transitan escritores como Antonio Gálvez Ronceros, Enrique Verástegui, Gregorio Martínez y Lucia Charún Illescas, así como numerosos músicos y cantantes populares con quienes Santa Cruz realizó diferentes producciones discográficas y otros que surgieron después como Susana Baca y Eva Ayllón. Pero la Negritud es un largo camino de lucha contra toda forma de opresión étnica. Si la lucha por el reconocimiento de la libertad de los afroperuanos tomó más de trescientos años, tal vez la lucha por el reconocimiento de la igualdad étnica de todos los peruanos requiera de otros trescientos años más.

(1) “Senghor Answers: What is Negritude? Trinidad Guardian, August 28, 1974, p. 12
(2) Nicomedes Santa Cruz, Obras Completas I, Poesía (1949-1989), p. 16.
(3) Op. cit., p. 19

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