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                            Lo que no hizo el terremoto lo hicieron las autoridades
                          
                         El 15 de agosto un terremoto cambió la vida de miles de personas en el   sur. La respuesta de  peruanos y extranjeros fue inmediata. La del Estado la   seguimos esperando. Conversamos con Lorenzo Bergantín, párroco de El Carmen, en   Chincha, zona que se ha visto terriblemente dañada. 
"Son gente alegre y hospitalaria, simple, sencilla, sin demasiados rollos. Es un   pueblo acogedor, sonriente, y abierto a la vida". Así describe el padre Lorenzo   Bergantín a El Carmen. 
 ¿Dónde estaba usted cuando se produjo el   terremoto?
 Me preparaba para la misa, cuando recordé que no tenía   pan para la cena; entonces fui a la plaza a comprar. Fue terrible. Fueron no sé   cuántos minutos interminables. La tierra parecía que se iba a abrir. La luz   eléctrica pronto se fue. La gente se desesperó más. Las mamás gritaban los   nombres de sus hijos. Uno estaba ahí, paralizado por el miedo. Todo parecía   venirse abajo. (guarda silencio un momento). No ha sido el momento más lindo de   mi vida (ríe).
 
 ¿Cuál ha sido el daño?
 Entre el 70 y   80 por ciento del distrito quedó inhabitable, las casas alrededor de la plaza de   armas quedaron destruidas en un 40 por ciento, en otros centros poblados en un   90 por ciento.
 
 ¿Cómo se organizó El Carmen?
 El 15 fue   el terremoto. El 16 todos lloramos. El 17 en la noche ya tenía organizadas 76   ollas comunes en El Carmen. Desgraciadamente, el 18 empezaron a llegar los   camiones con autoridades que empezaron a distribuir cosas indiscriminadamente.   El deseo de muchos políticos que venían de Lima y otros lugares de tomarse fotos   con la gente no ayudó en nada. Toda la organización se fue al   tacho.
 
 Usted canalizó mucha ayuda.
 Llegó ayuda de   instituciones como la Universidad Católica y de muchos colegios y parroquias de   Lima y de otras instituciones. Todo lo almacenaba y lo hacía llegar a los   caseríos -donde las ollas comunes funcionaron-. Llegamos donde nadie llegó,   superando los límites de nuestra parroquia. El Perú ha mostrado un corazón muy   grande.
 ¿La ayuda se está enfriando?Sí. Hace un mes no llega   nada. Pero mantenemos los comedores con lo que habíamos   almacenado.
 
 ¿Cómo va la reconstrucción?
 Todo el mundo   está en carpas todavía. Imagínese que el Estado ha prometido ayudas de 6 mil   soles. Pero eso es poco para construir una casa. Además, es para los que tienen   título de propiedad. Por lo menos, en El Carmen, el 50 por ciento de las casas   no tienen título. No por negligencia sino por razones históricas. Antes   pertenecían a las grandes haciendas, y ahora a las cooperativas. Entonces hay   una sola gran ficha, que incluye 400 o 500 casas.
 
 ¿Qué materiales   usan?
 Se hizo una campaña tremenda e ignorante contra el uso del   adobe -no es cierto que no sea antisísmico-. Muchos han botado todo lo que era   de adobe y viven en chozas. Con eso han botado plata. La gente no quiere adobe   pero no se da cuenta de que reconstruir una casa en ladrillo cuesta cuatro a   cinco veces más.
 
 Actuaron apresuradamente.
 En la   calle le decían a la gente: 'por cuatro días estarán aquí el volquete y el   caterpillar. ¿Quieres botar tu casa?'. Defensa Civil iba a una casa y, a la   ligera, la declaraban inservible, sin ver que había paredes susceptibles de ser   reparadas. Muchas familias habrían podido, con esos 6 mil soles, reparar sus   casas. Lo sé por que estoy manejando un pequeño programa de reconstrucción y nos   está costando 5 mil soles por casa.
 
 Hay un colegio aquí que está   demolido. Los restos son de material noble.
 Es el colegio Nuestra   Señora del Carmen. Era de cemento. Había resistido. Inmediatamente después del   terremoto unos ingenieros de la Universidad Católica me dijeron que era seguro.   El 30 de agosto urgí a las autoridades a retomar las clases porque los niños   estaban en la calle, deprimidos.
 
 ¿Qué pasó?
 Ese   colegio estatal fue, en un 80%, construido con dinero de la parroquia. Fue un   esfuerzo de 30 años de la colectividad, hecho en ausencia total del Estado. En   el que trabajaron hombres, mujeres, jóvenes. Pero viene un ministro y lo bota.   No era necesario. Duele porque en esto se manifiesta la irracionalidad. Dicen   que van a gastar 1 millón y 485 soles en levantarlo de nuevo. ¿Por qué, si   estaba bien? ¡Con eso se podían reconstruir 240 casas y se sacaba a la gente del   polvo y la basura! Esta es una operación que dice Forsur. Solo se puede explicar   con dos palabras: estupidez o corrupción. Por eso digo, lo que no botó el   terremoto lo hicieron las autoridades, el desorden, la confusión y la   desorganización del Estado.
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